José Lobo Camargo
4 de abril de 2013
La vida
Escuchó una melodía. Las personas
bailan, unas muy bien otras no tanto. Escuchó una melodía que hace crecer el
árbol hacia las nubes y hacia el centro de la tierra. Las hojas mientras
acarician las nubes bailan con el viento la hermosa melodía. Las hojas se
enamoran tanto del viento que se convierten en aves, aves que con nuevos pasos
bailan con el viento. Aves que se sumergen en el inmenso océano en busca de los
peces. Unas al contacto con el agua del mar quedan enamoradas y se convierten
en peces. Peces que bailan con el agua, al son de la melodía. Peces que se
sumergen más en los abismos de los océanos, pasando de una especie a otra hasta
que llegan al fondo. Luego extrañando la luz del sol vuelven y suben siendo
plancton, calamar, tiburón, orcas y ballenas. Al fin ven el sol, un aliento
después de tanta oscuridad. Tocan la arena calentada por la estrella y se arrastran
por ella, se calientan. Se mueven por las alcantarillas, suben a los árboles.
Habitan ciudades. Bailan, siempre con la melodía. El hombre mira hacia al
cielo, hacia el mar, siente el viento y reconoce que hay algo de todo eso en
él. Luego todo se desintegra volvemos hacer polvo de estrellas, flotamos al son
de la melodía bajo los caprichos de la gravedad. Luego todo se queda frío. La
melodía jamás desaparece.
José Lobo Camargo
José Lobo Camargo