Después de haber transitado
las peligrosas calles que conducen al amor hacia ti mismo. Después de dejar de
rebelarte en contra de la finitud de la vida, en contra de que de la persona amada pueda separarte la distancia última. Después de aceptar que no hay un único ser humano,
sino que hay miles con los cuales podrías pasar la vida entera.
Queda transitar el
laberinto hacia tu corazón, que es el mismo mío.