El
mayor desafío del hombre actual es la autodeterminación. Los seres humanos
caminamos sin necesidad de solidez en nuestra identidad. Ahí radica la mayor
decepción de todas, nuestra constante incapacidad para decidir sobre nuestro
futuro. Nos abandonamos en la intrascendencia, porque encontramos en ella un
refugio que no nos pide cambio. De esta forma, la vida se va perdiendo a través
de nosotros; y dejamos a un lado el anhelo de significado por tener en el corto
plazo una satisfacción trivial.
23 de octubre de 2016
15 de octubre de 2016
La alegría de vivir
En toda la vida de la tierra
existe el movimiento de la energía y de la materia con el fin de preservar la
organización sistemática de la vida en todas sus múltiples manifestaciones en
millares de especies siendo cada individuo especial por tener asociadas unas
variables de tiempo y espacio irrepetibles en todo el universo conocido.
Condiciones físicas adversas
pueden interrumpir en ese orden al cual llamamos vida. Provocando que
la materia y energía una vez organizada de forma reconocible como vida se
disperse en forma desordenada hacia otros estados. Estas condiciones pueden
herir a los individuos, a toda la especie, a un grupo de especies o a todo el
ecosistema.
Pero no importando cuántos recursos falten ni cuán triste puedan ser
las condiciones de los seres vivos, como
si fuese algo escrito en el origen del mundo, van a luchar porque sus sistemas
biológicos sigan existiendo.
Hay una excepción a esta regla.
El ser humano puede colectiva o individualmente ir en contra de la alegría de
vivir y cometer una acción directa contra su integridad. Esto es posible ya que existe cierto margen de acción sobre nuestras condiciones naturales, que permite la transgresión y el cambio.
Aunque esto pueda parecer una
desafortunada apuesta de la vida, no es así. El lenguaje en todas sus formas
puede moldear las reacciones fisiológicas del individuo de la especie humana.
Esta especie puede creer en una representación abstracta de la realidad de tal
forma que modifique su comportamiento en la parte no abstracta de su existencia. Lo que puede llevarnos, en el tiempo, a una mayor facilidad en la consecución de los fines, que siempre han sido los mismos para los seres humanos.
En nuestra búsqueda de los medios apropiados para vivir hay dificultades. Algunas de las cuestiones que son más difíciles de aceptar, son aquellas que tienen que ver con la aleatoriedad o la incertidumbre. La aleatoriedad nos parece extraña porque la
fuerza humana trabaja más cómodamente sobre fenómenos de los cuáles tiene esperanza que se desenvuelvan de una forma conocida de antemano.
La alegría de vivir es una cadena
de transmisión emocional que nos permite a nosotros como a cualquier otra
especie, conseguir el suficiente stock de
emociones para seguir buscando una posición de mejor satisfacción en esta construcción física de carácter aleatorio.
Si hay algo hermoso como el
amanecer o como una flor, o como la inmensidad del universo es ver como uno de
los de nuestra misma especie, después de haber sido humillado, pisoteado,
ultrajado, coloca sus brazos sobre el piso, y se dispone a levantarse. No importa
si logra levantarse, no importa si este simple acto es el último de su vida, lo
bello y lo importante de esta situación es que a pesar de los infortunios sigue
luchando por sus fines.