(Discurso de ceremonia de grados, Auditorio Gerardo Molina, Universidad Nacional, Medellín, Colombia, 13 de septiembre de 2017)
Suelo asombrarme
de un hecho particular, al cual los economistas suelen enfrentarse, me refiero
a la persistente existencia de conflictos de intereses a la hora de desarrollar
modelos o narraciones que expliquen algún fenómeno propio de su profesión. Así
los economistas durante la creación de sus obras no solo son observadores, por
ejemplo, del mercado, ellos mismos suelen ser parte de lo que estudian, y por
lo tanto sus palabras pueden llegar a favorecerlos o no en sus intereses
particulares. Se podría llegar a pensar que este cuestionamiento podría
condenar a la incredulidad las obras de los economistas y de otros estudiosos
de las ciencias sociales.
Sin embargo, las
teorías económicas guardan distintos niveles de credibilidad y así como son
secundadas también son puestas en cuestionamiento constante como lo exige la
práctica de la ciencia. Luego, por qué los teóricos de las ciencias humanas y
económicas no sucumben sistemáticamente ante la corrupción, colocando sus obras
al servicio de sus intereses sectoriales o gremiales, en perjuicio del avance
de la ciencia o de la sociedad.
Para ilustrar mi
consideración al respecto, me permito generalizar la pregunta, es decir, la cuestión
principal será por qué la trampa no ha llevado al declive definitivo de la
civilización, respuesta que podría darnos algo de esperanza ante la coyuntura
judicial actual del país. ¿De qué forma a pesar de nuestros intereses
contradictorios y excluyentes, por ejemplo, de la lucha de los trabajadores por
salarios más altos y de los capitalistas por salarios más bajos, no hemos
sucumbido al olvido como especie?. ¿De qué forma a pesar de presentarse
situaciones frecuentes donde el vendedor conoce mucho más sobre su producto que
un comprador, es decir, en un ambiente propicio para el engaño, puede llegar a darse
el intercambio, el mercado o los precios?.
Esta manera no
son decretos para fijar el salario mínimo, debe más bien estar relacionada con
reconocer que solo podemos humanizarnos a través del otro o de la otra persona,
abro comillas, “se trata de aprender a considerar los intereses del otro como
si fuesen tuyos y los tuyos como si fusen de otro” cierro comillas de Fernando Savater en Ética para Amador. Este
concepto sigue de cerca al de Smith, referente a la simpatía.
Sin duda alguna,
no reconoceríamos a Marx, Smith, Mises y Keynes si ya hubiésemos descubierto que
sus teorías están diseñadas de acuerdo a intereses distintos al bienestar
general. Para volver a la pregunta inicial, esto quiere decir, que los
economistas no pueden pasar por alto el desprestigio o la sanción, al que los
puede llevar dejarse coactar por intereses que van en contravía del avance de
la economía. Debido a estos peligros es importante repetir otras palabras de
Savater “para que los demás puedan hacerme humano, tengo yo que hacerles
humanos a ellos; si para mí todos son como cosas o como bestias, yo no seré
mejor que una cosa o una bestia tampoco”.
Así que la
corrupción o la trampa tiene sus límites, y estos son más claros en la medida
que estudiemos a los seres humanos. Sí, esos seres que son el punto de partida
de todos los estudios que se dan en una Facultad de Ciencias Humanas y Económicas.
Esa es una de
las razones de por qué en las
ciencias humanas y económicas es apremiante conocernos a nosotros mismos,
conocer a nuestros amigos y familiares, conocer al otro, al que es diferente,
esto nos ayuda a entender al ser humano y a las disciplinas que hemos decidido
estudiar.
La tarea de
conocernos a nosotros mismos a través de los otros, se vuelve más prioritaria
cuando reconocemos las consecuencias que pueden traer nuestros juicios de valor
o proposiciones durante el ejercicio de las profesiones afines a las ciencias
humanas; éstas pueden llegar a trascender el ámbito personal de cada quién, y
como habrán visto tanto en la academia como en el sector privado y público, hay
palabras que han llegado a influenciar muchas sociedades a través del tiempo.
Así que dar explicaciones, conceptos u opiniones a nuestros amigos, familiares
o en el trabajo sobre la economía, la política, la historia y filosofía es una
gran responsabilidad. Porque las proposiciones de este tipo, que en últimas son
proposiciones sobre el ser humano, pueden tener serias consecuencias sobre la
sociedad, alguna de las más importantes, han sido condenar a muchas familias a la
soledad y a la pobreza, o, por otro lado, asegurar la prosperidad, la
salvaguardia de la civilización y la garantía de la continuidad de la vida
humana en el universo. Ese es el alcance potencial de tomarse con ligereza o con
profesionalidad los conceptos que demos sobre temas tan diversos como la
política pública, la corrupción, la pobreza, la desigualdad, el poder, entre
otros.
REFERENCIAS
Savater,
Fernando. Ética para Amador.
Smith, Adam.
Teoría de los sentimientos morales. Fondo de cultura económica.