Estar vivo es un reto, cada segundo que estamos vivos aprovechamos o malgastamos, la avanzada tecnología biológica que reposa en nuestro ADN.
La opción más fácil morir ahora mismo, la más difícil sobrevivir. La acción requiere un proceso anterior, no se puede ser un economista, abogado o científico de la noche a la mañana, para ser es necesario trabajo, disciplina, y tiempo (que jamas se recuperará). Entonces van a ver algunas acciones más difíciles que otras, ver televisión generalmente es más fácil que jugar fútbol, o leer un libro sobre como construir un agujero de gusano.
Nosotros crecemos en la medida que tengamos nuevos retos, no hay crecimiento ni nuevo valor, cuando hacemos las mismas cosas que hemos hecho durante toda la vida. Seguro que si hacemos algo durante cinco años al final nos parecerá más fácil que cuando empezamos. Pero cuando alcancemos cierto nivel de dominio, trataremos de hacer algo nuevo, agregarle a nuestra rutina algo que sea un reto, algo que no sea fácil. Pues así es la naturaleza humana, gracias a eso en el planeta pueden sobrevivir muchas más personas que hace cien años, no nos conformamos con lo fácil siempre queremos cosas nuevas, siempre vamos a querer estar mejor.
El impulso de hacer o proponer algo nuevo no se presenta de la misma manera en cada cultura más aún en cada persona. Así encontramos un deseo de estar en el mundo con una aberración por lo difícil pues se prefiere una explosión de químicos y emociones permanentes, un estado de consumo de placer por un pensamiento crítico y activo, sin que esto signifique el abandono del placer y la entrega al sufrimiento. Cuando recobramos nuestro impulso de proponernos retos, nos damos cuenta que la recompensa es mucho mayo que si nos hubiéramos quedado haciendo las mismas cosas.
¿En qué invertir la avanzada tecnología expresada en nuestro cuerpo, haciendo cosas fáciles o difíciles?
