4 de abril de 2013

La vida

Escuchó una melodía. Las personas bailan, unas muy bien otras no tanto. Escuchó una melodía que hace crecer el árbol hacia las nubes y hacia el centro de la tierra. Las hojas mientras acarician las nubes bailan con el viento la hermosa melodía. Las hojas se enamoran tanto del viento que se convierten en aves, aves que con nuevos pasos bailan con el viento. Aves que se sumergen en el inmenso océano en busca de los peces. Unas al contacto con el agua del mar quedan enamoradas y se convierten en peces. Peces que bailan con el agua, al son de la melodía. Peces que se sumergen más en los abismos de los océanos, pasando de una especie a otra hasta que llegan al fondo. Luego extrañando la luz del sol vuelven y suben siendo plancton, calamar, tiburón, orcas y ballenas. Al fin ven el sol, un aliento después de tanta oscuridad. Tocan la arena calentada por la estrella y se arrastran por ella, se calientan. Se mueven por las alcantarillas, suben a los árboles. Habitan ciudades. Bailan, siempre con la melodía. El hombre mira hacia al cielo, hacia el mar, siente el viento y reconoce que hay algo de todo eso en él. Luego todo se desintegra volvemos hacer polvo de estrellas, flotamos al son de la melodía bajo los caprichos de la gravedad. Luego todo se queda frío. La melodía jamás desaparece.   
José Lobo Camargo